Activista mexicana trans, impulsora de la Casa de las Muñecas Tiresias y la Ley que penaliza el transfeminicidio
Activista trans mexicana que, desde muy joven, enfrentó violencia y abandono familiar, encontrando en el trabajo sexual la única forma de sustento, espacio donde también fue forzada a consumir sustancias nocivas. A los 13 años recibió el diagnóstico de VIH, experiencia que marcó profundamente su vida. Más tarde, a los 28 años, fue acusada de posesión y distribución de drogas, lo que la llevó a ingresar a la Penitenciaría de Santa Marta. En este lugar descubrió que las personas con VIH eran condenadas a tratamientos insuficientes y no aprobados, lo que ocasionaba la muerte de muchas de ellas. Frente a esa injusticia, se dedicó a acompañar a quienes padecían la enfermedad y tomó la decisión de dejar el consumo de sustancias.
En 2010 obtuvo su libertad tras ser absuelta de los delitos imputados y, aunque debió retomar el trabajo sexual como medio de subsistencia, su vida dio un nuevo giro a raíz de un hecho trágico. En septiembre de 2016, su amiga y compañera Paola Buenrostro fue víctima de transfeminicidio. Ella, presente en la escena, alzó la voz como testigo, pero su testimonio fue desestimado por las autoridades, que liberaron al responsable. Este acto de impunidad la impulsó a iniciar la lucha por la aprobación de la Ley Paola Buenrostro, finalmente reconocida en el Congreso de la CDMX en 2024, con el propósito de tipificar y sancionar el transfeminicidio en México.
En 2018 fundó la Casa de las Muñecas Tiresias, un espacio de acompañamiento integral, legal, médico, psicológico y social para personas trans. Al año siguiente creó la Casa Hogar Paola Buenrostro, el primer refugio en México destinado a mujeres trans, erigido en memoria de su amiga. Actualmente, se ha consolidado como una de las voces más firmes y visibles contra la discriminación, la violencia y la injusticia hacia las personas trans en el país.
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