Nacida en San Carlos, Cachapoal, en la Región de Ñuble, se trasladó a Santiago a los dos años, donde desde muy joven se desempeñó como trabajadora del hogar y cuidadora de menores. También trabajó en servicio de paquetería, como empleada en una fábrica de calzado y, finalmente, en un bufete de abogados.

El sueño de su vida fue ser abogada; sin embargo, debido a cuestiones económicas y políticas adversas, no pudo estudiar. No obstante, eso no le impidió convertirse en defensora de derechos humanos, ya que, gracias a su inteligencia y visión, fundó una asociación de madres solteras para luchar por la garantía del derecho a la vivienda. Desde muy pequeña ha tenido el ímpetu de hacer las cosas posibles y sigue la filosofía de que "siempre hay que seguir adelante y apoyar a quienes lo requieren".

Es una persona con gran calidez humana, cuya empatía y comprensión hacia los demás han sido pilares fundamentales en su vida. Como madre de dos hijos que hoy se desempeñan profesionalmente, uno en Chile y el otro en el extranjero, siente un profundo orgullo por los logros de ellos. Este orgullo, como madre soltera y trabajadora, se magnifica por el hecho de que tuvo que enfrentar y superar numerosas discriminaciones y obstáculos sociales. Sin embargo, lejos de dejarse vencer por las adversidades, su ímpetu y coraje la llevaron a construir un futuro mejor para su familia.

Gracias a su determinación, logró sacar adelante a su familia y a sí misma, además de asumir importantes roles sociales como tesorera vecinal, encargada de condominios y dirigente sindical. Por sus luchas ha sido reconocida públicamente por los gobiernos locales y federales. Es una mujer que nos inspira y nos invita a no rendirnos jamás, a ser perseverantes para lograr nuestros sueños y a garantizar nuestros derechos, tanto individuales como colectivos.